Hoy nuestra colaboradora Paola nos cuento como ella vivió el aborto de adolescente y las consecuencias psicológicas y físicas que sufrió en base a esa decisión de las cuales nunca la advirtieron.
A los diecinueve años me quede embarazada y la verdad es que a esa edad yo ya era adulta pero cometí el error de dejar que otros decidiesen por mí y por mi hijo. Con catorce semanas de embarazo, me convencieron de que abortar era una buena decisión. En cuestión de horas acudí a un frío lugar llamado “clínica” y ahí se darían por terminado dos vidas, la de mi hijo y la mía.
La médica me comentó que el aborto iba a ser complicado por el avanzado estado de gestación de mi bebé, sin embargo, eso no la detuvo para llevar a cabo el aborto. Me puso suero con un sedante y estuve dormida varias horas. Al despertar sentía muchas ganas de orinar y caminando al baño sentí como algo caía de mí. Reaccioné y, sin pensarlo, intenté cogerlo con mis manos y era mi bebé. Estaba bien formado pero ya estaba muerto y sin más qué decir ni hacer me desmayé momentos después. Cuando desperté la médica me estaba interviniendo y con unas pinzas sacaba los restos del feto. Fue un acto completamente salvaje y descabellado. Al acabar me mandaron a casa con medicación y se suponía que pronto me recuperaría físicamente de lo que fue realmente una carnicería, pero no fue así.
Acabé acudiendo a urgencias con una infección interna, sepsis abdominal, que rápidamente se convirtió en peritonitis. Las consecuencias del aborto para mi vida estuvieron a punto de ser letales. En múltiples ocasiones el equipo médico intentó salvar mis órganos reproductivos pero con una perforación de útero ellos tomar una decisión para salvarme la vida: llevarme al quirófano para una extirpación total del útero y los ovarios. Los médicos buscaron pero no encontraron otra solución qué está y estoy agradecida de que fueron valientes, realizaron muy bien su trabajo, me salvaron la vida y ahora puedo contar mi historia, por poco no sobrevivo.
Esos 35 días en el hospital al borde de la muerte fue un tiempo increíblemente difícil para mi familia. Una etapa difícil de olvidar por la pérdida de no solo mi bebé sino también de mis órganos reproductivos, mi salud y mi vida tal como la conocía.
A lo largo de los años las consecuencias han sido muchas. Aparte de las consecuencias físicas y emocionales, también tuve problemas con el alcohol, la depresión, el intento de suicidio, la culpa, la derrota, el odio a mis padres. Nunca tendría la oportunidad de ser madre. Al no tener ni útero ni ovarios no podía menstruar y ahora de por vida dependo del uso de estrógenos (hormonas) para tener un estilo de vida más saludable. Según pasan los años, más experimento cambios emocionales, calores avanzando, la menopausia prematura y otras consecuencias físicas.
Hoy espero que podáis aprender de mi historia de que el aborto no es una opción, es una mentira bien construida y manipulada, que engaña a nuestra alma y nos lleva al sufrimiento interno.
Ahora tengo 37 años, llevo ya 13 años como residente en España, y doy gracias a Dios de que mi vida haya cambiado completamente. Si estás embarazada y no sabes qué hacer, el equipo de AESVIDA está aquí para ayudarte para que no pases una experiencia como la mía. Y si eres una mujer que tiene su propia historia de haber escogido un aborto y sufres ahora con consecuencias psicológicas, que sepas que no estás solo. Lo que sufres tiene nombre y es el síndrome postaborto y quiero que sepas que en AESVIDA también buscamos ayudarte a superarlo para que no sufras en silencio sino que vivas cada día con tu esperanza renovada. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con nosotros.
Paola Moreira
Colaboradora de AESVIDA
Paola también compartió lo que vivió en la televisión, puedes ver el vídeo aquí.
Esto es real y sigue sucediendo en la actualidad… una historia conmovedora.